De Ámsterdam a Múnich: el viaje que cambió mi vida

• Ámsterdam se puede disfrutar fácilmente a pie o en transporte público, pero al llegar a la ciudad, alquilé inmediatamente una clásica «omafiet» en una tienda de bicicletas cercana. Si eliges ver Ámsterdam en bicicleta, como hacen muchos de sus habitantes, asegúrate de aprender las normas de tráfico: yo me familiaricé en el Vondelpark antes de andar en bicicleta por las calles.  
• Para sumergirse más en la vida local de Ámsterdam, comprueba si tu visita coincide con uno de los mercados de artesanía que se celebran regularmente en el Hallen. En mi primera visita a Ámsterdam, me encontré con un «Mercado de creadores», donde artistas locales vendían joyas, cerámica y otros artículos. 
• Recientemente visité Pakhuis de Zwijger por primera vez para un evento que celebraba el Slow Travel y salí con ganas de recomendárselo a todos, tanto a los locales como a los visitantes. Lo que antes era un viejo almacén de estibadores se ha convertido en un espacio moderno que ofrece noches de poesía gratuitas, proyecciones de documentales, conferencias y otros eventos comunitarios.  

• Los residentes de Frankfurt pasan sus días soleados (¡y a veces también nublados!) junto al río Meno, que atraviesa el centro de la ciudad. No te pierdas una de mis joyas ocultas favoritas: Portikus, una pequeña galería de arte contemporáneo escondida entre los árboles en una pequeña isla en el río.  

• Los espacios verdes constituyen aproximadamente el 50 % de Fráncfort, lo que significa que los viajeros no pueden empezar a comprender la ciudad hasta que pasan tiempo en sus parques. ¿No sabes por dónde empezar? Empieza con un picnic en el frondoso y encantador Grüneburgpark en el Westend de Frankfurt. 

• Después de recorrer el centro de la ciudad, toma los trenes S-Bahn de Fráncfort (también incluidos en la red de pases Interrail) hacia las cercanas Bad Homburg y Kronberg. Cada pueblo cuenta con un castillo y fácil acceso a las rutas de senderismo en la cordillera del Taunus. 

• Después de explorar las encantadoras calles de Estrasburgo, devuelve el favor a los ríos de la ciudad uniéndote a una excursión en kayak para la limpieza de los cursos de agua organizada por Strasbourg Eaux-Vives.  

• Los restaurantes de Estrasburgo son conocidos por sus especialidades alsacianas (¡me viene a la mente el «flammekueche»), pero los visitantes no deberían perderse Le Jasmin, un restaurante tunecino situado en el barrio de la Orangerie.  

• Los buscadores de recuerdos pueden encontrar regalos artesanales locales en L'in ô sens, una tienda a pocas manzanas del centro neurálgico de la ciudad: la catedral de Notre-Dame de Estrasburgo.  

• San Galo está repleta de hermosos edificios, pero la ornamentada Biblioteca de la abadía de San Galo es un punto culminante, especialmente para los amantes de los libros.

• Appenzell, a menos de 20 kilómetros de San Galo, es conocida por elaborar quesos y por otras especialidades agrícolas. Puedes degustar platos de Appenzell y otras regiones cercanas en uno de los mercados de agricultores de San Galo, que se celebran a lo largo de la semana.  

• No te vayas sin probar su delicia local: el «biber» de San Galo, un pan de jengibre hecho con masa de miel.  

• En verano, date un chapuzón en el Bodensee, también conocido como lago de Constanza, con una visita a una de sus piscinas al aire libre (la vieja Mili, de 200 años de antigüedad, sobre pilotes al aire libre, resulta especialmente atractiva). En los meses más fríos, disminuye el ritmo y disfruta de la puesta de sol mientras paseas por la orilla del lago.   

• Después de disfrutar del lago, es hora de ascender (1064 metros para ser exactos). Desde lo alto del teleférico Pfänderbahn de la ciudad, divisé por primera vez los picos nevados de los Alpes, una experiencia que inspiró muchos más viajes a esa montañas.  

• ¿Listo para ir a lugares cerrados? Bregenz alberga bastantes museos, pero el más significativo podría ser el Juppenwerkstadt. Un museo y taller en las cercanías de Riefensberg, está exclusivamente dedicado a preservar y celebrar la vestimenta tradicional confeccionada y usada en la región de Bregenz.  

• Nunca olvidaré la soleada mañana que mi familia y yo pasamos caminando por los majestuosos terrenos del palacio de Nymphenburg. Era un jueves de marzo, lo que significaba que teníamos el opulento monumento de estilo rococó prácticamente para nosotros solos. 

• La próxima vez que vaya a Múnich, quiero visitar Klinglwirt, un «eco-albergue» especializado en cocina bávara producida de manera sostenible (como «schnitzel», «goulash», «chucrut», «schupfnudeln» y más). 

• Desde mi primera visita a la ciudad, la vida me ha traído de vuelta a Múnich varias veces. Durante mi último viaje a la ciudad, me topé con la Wortwahl Buchkultur, una librería y papelería singular, perfecta para comprar un recuerdo de última hora o una lectura fascinante antes de regresar a casa.  

Rachel Schnalzer es escritora sénior de Eurail y vive en Utrecht (Países Bajos).